EJIDO EL HUIZACHAL

lunes, 13 de julio de 2009



Localizado entre las áridas tierras coahuilenses, está el Ejido El Huizachal, en el kilómetro 50 de la carretera Monclova-Candela.

Un lugar que poco a poco se abandona más a su suerte. Sus cada vez más despobladas calles, se llenan de modernidad al ser pavimentadas, entre los caminos de tierra sobresale el principal que muestra orgulloso sus nomenclaturas.

Los habitantes, cada vez menos, van dejando atrás sus raíces para buscar nuevas oportunidades de empleo.

Áridas tierras azotadas por el viento y el sol, que ruegan día a día el ser bendecidas por la maravillosa lluvia. Donde los antepasados indígenas dejaron sus huellas en los miles de petroglifos que orgullosos adornan la zona.


Sobresalen los frutales que con ahínco y esperanza las familias riegan para que les procuren sombra. Algunos nogales, higeras y granados entre otros, son el deleite por el verano, donde también el sol hace madurar las tunas y las pitayas.

Otros más afortundos pueden disfrutar los elotes, calabaza de castilla o frijol por las cosechas de octubre.

En octubre también, la gente de los alrededores llega a visitar a las familias del ejido, ya que se celebra el aniversario de éste, festejándose con un rodeo, una cabalgata y un baile, por lo que por esos días, el rancho se llena de visitantes dispuestos a revivirlo.

Por el día sus campos son alegrados con los cantos de los cadernales y cenzontles; y en las estrelladas noches, por las laderas de los cerros se escuchan los aullidos de los coyotes y el ulular de las lechuzas, mientras en las luminarias del poblado revolotean los murciélagos buscando alimento.


Un lugar lleno de historias, murmullos, silencios y cuentos de viejos... lo que lo hizo uno de los escenarios perfectos para José Tercero.

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